Todos ganamos poder en una organización TEAL

«Lo fascinante y precioso es cómo nos volvemos más poderosos gracias al poder de los otros. La organización se convierte en superpoderosa»

Desde siempre nos han enseñado que poder* es igual a controlar al otro, someterlo, dominarlo, tener capacidad de mando. Un poder aislado de uno o unos pocos sobre otro o sobre muchos. Nuestra historia de colonias ha sido así, como la de los colegios y, normalmente, la de las empresas. Siempre había uno arriba en la escala jerárquica que nos sometía, que nos ordenaba, que a veces no le importaba explotar, hacer traspasar los límites de uno para conseguir su fin. Otras veces ordenaba no para explotar, sino por inercia, por no saber cómo conseguir los fines de otra manera. Porque si hay una regla socialmente asumida es que el de arriba de la jerarquía manda y el de abajo obedece.

Es verdad que ese poder existe, pero es un poder que te aleja del amor y del mundo, del poder inmenso que tenemos todos, de la colaboración entre todos. Es un poder además que tiene fecha de caducidad como la Coca Cola porque, como dice Frederic Laloux en su libro, las nuevas generaciones no se han creado en entornos sumisos y no aceptan ese tipo de poder. Y cuando caen en él entregan lo justo, pero no todo su ser. Y con lo justo, se consigue lo justo si acaso.

Nos enseñan a vivir relaciones de poder de unos sometiendo y otros que son sometidos, relaciones que nos alejan del tesoro vital que da sentido a todo, el que nos hace felices, el amor. No se puede querer cuando uno piensa que es más que otro, que vale más, cuando se tienen relaciones de sometimiento porque entra el miedo, y el miedo es un cortafuegos del amor.

Este poder es también un poder solitario, sin colaboración. La colaboración solo se da cuando hay sentido, trascendencia y amor, o por lo menos un respeto profundo al otro. Hoy en día sigue existiendo un poder tiránico, vertical y despótico que consigue que los trabajadores tengan cierta movilidad laboral por necesidades económicas. A veces consiguen que se mueva una parte del ser de esas personas, que se despliegue la más pragmática, la automática, pero no el ser en su plenitud, en su máxima capacidad porque nuestro ser solo lo entregamos cuando hay amor y trascendencia, o cuando al menos hay respeto y cuidado profundo a la persona.

Por mucho que intenten introducir metodología ágil en grandes corporaciones, no van a conseguir nada si no hay plenitud, trascendencia y cultura de respeto colaborativa.

En las grandes corporaciones han comprendido que las personas no se entregan, que hay pasividad y muchas bajas, y por eso intentan implantar una metodología ágil. Pero las personas solo nos entregamos con trascendencia, plenitud y amor. Por eso, un proyecto TEAL tiene que llevar amor dentro. Creo que el futuro del mundo pasará porque aumenten los proyectos empresariales amorosos, los que satisfacen una necesidad para el mundo y devuelvan al mundo lo que reciban. Y que desaparezcan los proyectos especulativos, los fondos buitres que solo les importa la especulación a corto plazo por encima de cualquier vida.

Quizás cada día se eleve un poco más el nivel de conciencia de la gente y esas empresas se encuentren con la problemática de que nadie quiere trabajar para ellos. Lo conseguiremos cuando todos seamos conscientes de que trabajando allí sufriremos un proceso a lo Dorian Grey, perdiendo nuestra alma, nuestro amor y nuestra energía. Que trabajar ahí tiene un riesgo muy alto: el de perder la capacidad de amar, de crear algo bonito para el mundo y, quizás, la salud. Que se podrán forrar de pasta, pero también de decrepitud.

En el mundo TEAL, lo fascinante y precioso es cómo cada uno de nosotros nos volvemos más poderosos con el poder de los otros. Al final, te conviertes en una organización superpoderosa gracias al poder de todas las personas de la organización. Entregamos y ejercemos nuestro poder en toda nuestra plenitud, expandimos nuestro potencial y, como hay un lugar para colaborar y verter nuestro poder, el otro y la organización reciben más poder.

Es un poder alucinante, es precioso sentir esa energía tan poderosa de todos. Como poco a poco nos vamos despertando de nuestra dormidera social de infancia y al encontrar un lugar de confianza, amor y respeto, vamos desplegando nuestras velas y las de todos, llevándonos a una tierra tan poderosa y navegando tan poderosamente.

Antes, en Deluz y Compañía teníamos el poder de decisión solo unos pocos y eso nos llevó al aislamiento y a que dejase de ser una empresa sostenible. Nos perdíamos el poder de todos, que es inmenso. Antes, aunque yo tuviese el poder de decisión, ya casi no conseguía implementar casi ningún cambio. Como las otras personas de la organización no tenían un poder de decisión ni colaborativo, muchas veces ejercían un poder paralizante. ¿Qué poder tenía yo entonces? Un poder frustrante y solitario. Un poder no poder.

Al haber generado espacios y procesos para que todos puedan desplegar su poder, todos nos hemos vuelto mucho más poderosos. Recibes el poder de todos y es tanta la energía que nunca, en mis 13 años de empresa, había sentido tanto poder. Deluz y Compañía es ahora una empresa poderosa. Es precioso y fascinante este otro poder, y creo que es el poder que debemos trabajar y ejercer para conseguir un mundo más sostenible y feliz.

Lo TEAL integra y fusiona el poder de todos, que es brutal. El poder de la inteligencia de todos, que hace que la organización sea mucho más inteligente que la suma de todos.

Ahora que escuchamos a las 160 personas de Deluz y Compañía y hay procesos y proyectos para integrar su pensamiento, somos una organización inteligente, cada día más, y por eso nuestro estar y nuestro trabajo cada vez está dotado de más inteligencia. Y nuestros resultados mejorarán mes a mes, fruto de una organización inteligente que quiere luchar por su sostenibilidad.

Y, además de ser más inteligentes con el poder de la inteligencia de todos, somos mucho más poderosos en la ejecución de lo pensado. Porque en la ejecución está el poder de la fuerza de todos, el poder del querer de todos, ¡y eso tiene tal poder que no se puede ni siquiera llegar a imaginar cuando estás en el poder solitario!

*María R. López:

Cuando grabé las entrevistas a mis compañeros les pregunté si sentían que habían ganado poder y la mayoría me contestaron que no, que no se sentían con más poder que el resto. Al principio me extrañé de sus respuestas, pero pronto me di cuenta de que la preguntaba no se entendía o al menos no conseguíamos transmitir el mensaje de una forma adecuada, había una ruptura en el código. De forma natural, reformulé la pregunta enfocándola al poder como empoderamiento de las personas y entonces todos me contestaron: ¡Ah! Eso sí. Mi reflexión va unida a la de Lucía y a cómo nuestra sociedad entiende el poder como sinónimo de dominación. Y que, sin embargo, cuando haces referencia al empoderamiento —un término que el movimiento cultural, social y ético del feminismo ha puesto en boga en los últimos años—, que no es más que la adquisición de poder por parte de un grupo desfavorecido para mejorar su situación, todos lo entienden, lo comparten y se sienten identificados como parte del proceso TEAL.

Hay que seguir trabajando por cambiar las reglas y devolver a las palabras su significado.